Recientemente una gran institución de otra ciudad me ofreció impartir una ponencia marco en una jornada sobre salud mental. Estaban dispuestos a ofrecer alojamiento y transporte, pero nada más. En otro momento de mi vida, hubiera aceptado. Estas cosas alimentan el estatus percibido y, por tanto, son un "chute de serotonina". Un antidepresivo, vamos. Pero ya tengo una edad y ya he hecho muchas cosas pro-bono, especialmente en el ámbito en el que querían que hablara.
Como profesionales del conocimiento hemos de poner en valor lo que hacemos. Como mínimo (y siendo muy generosos) tendríamos que aspirar al salario mínimo interprofesional, que es actualmente de 1050€ al mes o unos 7€ la hora por redondear.
Una ponencia marco en otra ciudad requiere el siguiente esfuerzo, redondeando también:
Unas 10 horas de preparación del material, de ensayo de la presentación y administración (correos, facturación, etc...).
Unas 10 horas de tiempo de traslado (ida y vuelta).
Unas 10 horas para impartir la ponencia y participar en la jornada..
En total serían unas 30h x 7€/h = 210€. Yo les pedí 250€. Me dijeron que no y que ya habían encontrado a otra persona que lo hiciera gratis.
Pedir este tipo de colaboraciones sin retribución a los profesionales del conocimiento roza la inmoralidad, más aún cuando se trata de instituciones con presupuestos multimillonarios que se nutren en su mayoría de la hacienda pública. Estamos hablando de no cubrir ni tan siquiera el salario mínimo. Además, hemos de tener en cuenta que se trata de compartir un conocimiento específico que calculo que me ha costado entre 800 y 1000 horas adquirir.
Así que decliné y me quedé la mar de tranquilo. 250€-300€ puede parecer una cantidad elevada por una conferencia de una hora en otra ciudad, pero es realmente lo mínimo que se puede pedir. Es casi un favor.
Sí que las doy y las seguiré dando. Pero cuando lo hago siempre me hago la misma pregunta: Si tuviera 300 euros, ¿los donaría a esta entidad? Si la respuesta es sí, la doy. Si la respuesta es no, no la doy. Por defecto, cualquier entidad pública, que como tal se nutre de la imposición extractiva de recursos de los ciudadanos, es un no. Ya pago impuestos, por lo que no veo la razón de pagar un impuesto extra en forma de trabajo. En cambio, asociaciones y fundaciones con escasa estructura y con buenos estándares de transparencia que están haciendo una labor que considero valiosa para la sociedad suelen ser un sí.
¿Y las empresas? Pues depende. Una empresa grande es un no. Al final tienen muchísimos recursos y capacidad para rentabilizar lo que yo pueda explicarles. En cambio, en una empresa de reciente creación, colaborar sin retribución equivale a "invertir" 200 o 300€ de manera informal. El retorno de la inversión si la empresa florece puede ser muy considerable. Tengo mucha experiencia en lo rentable que me ha supuesto en mi vida colaborar con emprendedores sin cobrarles, ya que en el momento del éxito la mayoría de ellos no se olvidan de quién estuvo ahí cuando no eran más que una promesa.
¿Qué pensáis sobre esto?
Francesc Gómez Morales
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El que dius està perfectament raonat. L.esforç s.ha de retribuir.