Borja Moskv
Hay una guitarra que no termina nunca.
Suena una vez…
…y cuando parece desaparecer,
vuelve a aparecer desde algún rincón del aire.
No es magia. Es Cerati.
Y es delay.
🌀 Capítulo I: Ecos del Tiempo
En los años de neón y humo, cuando Soda Stereo comenzaba a modelar su leyenda, Cerati descubrió que las notas no tienen por qué morir. Podían repetirse, como pensamientos tercos, como recuerdos que no se resignan al olvido.
El delay fue su primer pacto con la inmortalidad del sonido.
En “En la ciudad de la furia”
cada acorde reverbera entre los edificios como si estuviera tocado desde una azotea abandonada.
La ciudad se convierte en eco. El eco, en protagonista.
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Pasaron los años y con Bocanada Cerati ya no hacía rock:
hacía atmósferas.
En “Verbo Carne”
el delay se comporta como un pensamiento que se va y vuelve con otra forma.
Como un mantra que respira lento, con los ojos cerrados.
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En “Puente”
cada palabra parece estar colgada de un hilo invisible, balanceándose en el viento.
El delay no solo repite: te acompaña.
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🌫 Capítulo II: Arquitectura Invisible
La reverb fue su otra aliada.
Si el delay estira el tiempo, la reverb dibuja lugares donde ese tiempo habita.
Cerati entendía que no hace falta llenar todos los huecos.
Que a veces lo más poderoso es lo que vibra en el fondo,
como un suspiro en una catedral vacía.
En “Te llevo para que me lleves”
la reverb en la voz no es un efecto:
es una niebla dulce que te arropa mientras dormís junto a las estrellas.
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En “Cactus”
cada nota está tocada como si resonara en una cueva sagrada del altiplano.
El aire seco y místico del desierto se cuela por los canales.
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En “Al fin sucede”
no hay canción. Hay un océano de frecuencias que suben, bajan y respiran.
Y vos flotando en el medio.
🧠 Capítulo III: Filosofía del Espacio
Cerati no usaba estos efectos como adornos.
Los usaba como lenguaje místico.
Como quien deja un rastro de incienso en cada sílaba.
“El silencio también es parte del sonido”, decía.
Pero en su caso, ese silencio estaba vestido con delay y perfumado con reverb.
Cada canción es un portal.
Un mundo con gravedad propia, donde el tiempo se estira como una goma y el espacio se convierte en emoción líquida.
🔧 Capítulo IV: El Alquimista del Estudio
Cerati era obsesivo.
No por manía. Por devoción al detalle.
Entre sus instrumentos estaban los clásicos:
Line 6 DL4, Electro-Harmonix Memory Man, reverbs de placas EMT, algoritmos Lexicon y secretos que solo él conocía.
Pero más allá del gear, lo que había era visión.
Un oído que no escuchaba: imaginaba.
Cada pista era una pincelada.
Cada plugin, una textura de otro planeta.
Cerati no grababa: pintaba con sonido.
🎛 Epílogo: El Legado que Flota
Hoy, su eco sigue entre nosotros.
Está en los pads ambient de un DJ que lo samplea sin saber.
En una guitarra con shimmer que suena en algún rooftop de Berlín.
En cada músico que entiende que una nota, si se repite con amor, puede volverse infinita.
Cerati nos enseñó que se puede hacer pop, rock o electrónica…
pero si lo llenás de delay y lo rodeás de reverb,
lo podés convertir en atmósfera pura.
Y al final,
todo eso que dejó,
sigue ahí…
…flotando.
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