Elizabeth Cusma
Los llamados smart contracts implican una nueva etapa: la formalización de acuerdos en la era digital.
5 claves para saber en qué consiste esta innovación:
Son aplicaciones o programas que se ejecutan en una blockchain y que contienen una serie de reglas para la formalización de un acuerdo.
La base de los contratos inteligentes es la tecnología blockchain.
Se ejecutan en los diferentes nodos que conforman la blockchain.
Se eliminan los intermediarios.
Se utilizan principalmente para la creación de DApps.
Para entender qué son los Smart Contracts o contratos inteligentes empezaré contando sobre Nick Szabo, criptógrafo y científico informático estadounidense (de origen húngaro). Szabo describió por primera vez a los contratos inteligentes en la década de 1990 como una herramienta que formaliza y protege redes informáticas al combinar protocolos con interfaces de usuario.
Pese a que el criptógrafo pudo definir toda la teoría, por la infraestructura tecnológica del momento era imposible hacerla realidad, ya que para que los contratos inteligentes se pudieran ejecutar era necesario que existieran las transacciones programables y un sistema financiero digital que los respaldara.
Fue hasta 2009, con la creación de Bitcoin y la tecnología blockchain, que los Smart Contracts lograron convertirse en realidad.
Pero exactamente ¿qué hace un contrato inteligente? Los contratos inteligentes se pueden definir como una aplicación o programa que se ejecuta en una blockchain, generalmente para un acuerdo digital que se realiza con base en un conjunto específico de reglas. Dichas reglas están predefinidas por código informático, que es replicado y ejecutado por todos los nodos de la red.
Además, los contratos inteligentes en la blockchain permiten crear protocolos para que dos partes puedan comprometerse a través de una cadena de bloques sin necesidad de conocerse o confiar entre sí (Trustless). Por otra parte, si las condiciones no se cumplen, el contrato no será ejecutado. También se utilizan contratos inteligentes para eliminar intermediarios, lo que reduce los costos operativos en comparación con los contratos tradicionales.
Como se señaló anteriormente, Bitcoin fue la primera herramienta que pudo darle vida a los Smart Contracts, pero Vitalik Buterin fue el que popularizó esta innovación al crear Ethereum.
Un aspecto que vale la pena aclarar: a pesar de su popular nombre, los contratos inteligentes no son ni contratos legales, ni inteligentes, sino que son secciones de código que se ejecutan en una blockchain. Son utilizados mayormente para crear lo que se conoce como DApps o aplicaciones descentralizadas.
Son distribuidos: se reparten en todos los nodos de la blockchain.
Son determinísticos: solamente realizan las acciones para las que fue creado el Smart Contract, siempre y cuando las condiciones se cumplan y sin importar quien lo ejecute.
Son autónomos: pueden automatizar todo tipo de tarea y funcionar como programas autoejecutables.
Son inmutables: no pueden modificarse una vez creados, es decir, proporcionan código a prueba de manipulaciones (Tamper-Proof-Code).
Son personalizables: se pueden usar para diferentes tipos de aplicaciones descentralizadas. Esto se relaciona con, por ejemplo, el hecho de que Ethereum es una blockchain "Turing completa", es decir, puede utilizarse para resolver y ejecutar cualquier tipo de operación ya que cuenta con los recursos adecuados.
Trustless: dos o más partes pueden interactuar con contratos inteligentes sin conocerse ni confiar entre sí. Además, la tecnología blockchain garantiza que los datos sean precisos.
Son transparentes: al estar en una blockchain pública, su código fuente puede ser visible para todo el mundo.
Aunque los usuarios no interactuamos directamente con los contratos inteligentes, podemos verlos como una herramienta fundamental para que funcionen las diferentes aplicaciones que se basan en tecnologías blockchain y Smart Contract. Soluciones que no solo son aprovechadas en el sistema financiero sino en otros sectores y actividades, tales como la salud, la cadena de suministros, procesos electorales, industria inmobiliaria y muchos más.
