Hola, María:

Espero que al recibo de este mensaje te encuentres bien.

Siento mucho la pérdida de Doña Ana, yo la quería y sé que, a pesar de todo, ella también me quiso. Supe que conseguiste terminar la Universidad, sé cuánto te importaba y te felicito.

Me alegra saber que ya tienes a tu bebé, debe ser muy lindo, seguro sacó tus ojos.

Te puede parecer extraño que te contacte luego de todos estos años pero te sorprendería saber que me he convertido en una mejor persona. Ahora soy más maduro, más consciente de mis propios errores.

Si te escribo es porque necesitaba comunicarte algo importante...

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Hola, María:

Espero que te sientas bien y seas feliz.

A mí las cosas no me han funcionado de la misma manera. Supe que al fin lograste graduarte de aquello que tanto deseabas, ahora veo lo importante que era para ti.

Al parecer nunca supe comprender que era lo que realmente necesitabas.

Me enteré que ya tienes un bebé, felicidades.

¿Recuerdas como fantaseábamos sobre el aspecto que tendría nuestro propio hijo? Siempre me decías que iba a sacar tus ojos almendrados. Yo siempre reclamaba la nariz aguileña, la marca de mi familia.

No conozco al pequeño y nunca lo conoceré pero me gusta imaginármelo con el perfil de la abuela.

Lamento mucho lo de tu madre. Siempre tuvo razón sobre mí.

Te hice cosas terribles y aún así me dio buenos consejos, aunque no quise escucharlos. ¿Me creerías si te digo que la extraño?

Ella siempre supo que lo nuestro era imposible: "incompatibilidad zodiacal", solía decir, pero sé que se refería a algo más. Yo nunca estuve dispuesto a aceptar responsabilidades y tú, tú solo querías construir un futuro al lado de alguien.

Bueno, no te escribo para recordarte lo que ya sabes, solo necesitaba decirte algo importante...

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Hola, María:

Supe que te graduaste y estás trabajando en aquello que tanto querías.

Perfecto.

Escuché que tienes un bebé. ¿Recuerdas el nombre que queríamos ponerle al nuestro? Era un nombre muy bonito pero seguro le pusiste igual que su padre.

Dile que es un tipo afortunado, no conoció a la peor versión de ti.

¿Te trata bien? ¿Le has hablado de mí?

A lo mejor un día nos encontramos y decidimos irnos de picnic, todos juntos. Nuestros chicos correrían por la campiña y disfrutaríamos con sus travesuras. Te vería reír otra vez de esa manera tan tuya, enroscando tu cabello entre los dedos.

¿Te hace reír tu esposo? ¿Tanto como yo?

A lo mejor cuando nuestros hijos crezcan se vuelven los mejores amigos. Incluso podrían enamorarse.

¿Te imaginas?

No, no te preocupes por esa posibilidad, no habrá hijos para mí.

No todos corremos con igual suerte en la vida, algunos nunca llegaremos a cumplir nuestros sueños.

Esa frase me la decía tu madre, sé que ya no está entre nosotros, que descanse en paz. La última vez que la vi me dijo cosas muy duras, supongo que tenía razón.

Al final terminaste consiguiendo todo lo que querías y yo... Bueno, yo obtuve mi merecido.

¿No te parece irónico? Siempre decías que sin mí nada tenía sentido. Seguro te diste cuenta que para que lo tuviera, quien sobraba era yo.

No te guardo rencor por eso.

Pero no hablemos del pasado, no quiero volver a complicar tu vida, solo quería decirte...

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Hola, María:

Estoy muy feliz por ti y tu nueva familia.

Lamento lo de tu madre, sé que te observa desde el cielo, orgullosa.

Disculpa si con este mensaje te causo algún malestar, pero no me queda mucho tiempo. Estoy a punto de entrar en el salón de operaciones.

Estoy enfermo, los médicos no me hablan claro pero leo la preocupación en sus ojos.

Tengo miedo.

No me creerías pero este no es el primer mensaje que te escribo. Esta vez tuve la posibilidad de rectificar, a tiempo.

Te amo, María, siempre lo hice.

Gracias.

Si por casualidad me encuentro con tu mamá le diré cuánto la extrañas. ¿De acuerdo?

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