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Ayer hice una de las dos Pruebas de Síntesis que tengo este semestre en el Máster Universitario de Psicología General Sanitaria de la UOC. En general, a lo largo de toda mi vida me he puesto nervioso ante los exámenes, me los he tomado muy en serio, seguramente demasiado en serio. Esta es la primera vez que he hecho un examen como el que se fuma un cigarro, con una indolencia inusual en mí. Mi sentimiento era que aquella prueba era totalmente irrelevante a la hora de prepararnos para lo que ha de venir. No soy capaz de imaginar lo que nos espera ni como psicólogos ni como sociedad a causa de la aparición de la Inteligencia Artificial. Lo que sí que sé seguro es que ese examen que hice ayer era totalmente irrelevante. Estuve haciendo algo que no me era exclusivo como humano, porque una máquina lo podía hacer tan bien como yo (o mejor). Lo veía totalmente inútil tanto para supuestamente demostrar mis conocimientos adquiridos como para prepararme para el futuro.
Voy a poner un ejemplo que he estado pensando estos días. Imaginad que vivís a finales del siglo XVIII y os dedicáis a tejer. Desde pequeños os enseñan cómo tejer y a perfeccionar vuestra capacidad como tejedores. Sois tejedores competentes, capaces de producir a un ritmo altísimo y de gran calidad, como nunca antes habían sido capaces los humanos de tejer. Entonces llega al pueblo una máquina de tejer accionada a vapor. El ingeniero que la controla hace una demostración en la fábrica y contemplas cómo ese dispositivo es capaz de hacer algo muy similar a lo que haces tú, a mayor velocidad y sin tener que parar a dormir ni a comer. ¿Qué le recomendarías a ese tejedor con todo lo que sabemos que ha acabado pasando en la historia? No le podemos recomendar que ignore el avance tecnológico o lo combata porque ya sabemos que el ludismo no ha tenido recorrido en nuestras sociedades. En el fondo solo le quedan tres opciones:
Volverse un "supertejedor" capaz de extender sus capacidades mediante el uso de las máquinas. Esta opción era muy difícil entonces porque las máquinas eran caras y requerían un uso intensivo de capital. El conocimiento de los ingenieros también era de difícil acceso. En el fondo, el empresario y los ingenieros eran los únicos "supertejedores" posibles.
Estar al servicio de la máquina. Es decir, pasar de ser un tejedor a ser un mecánico o un operario.
Concentrarse en el tejido artesanal y limitar sus ventas a las pocas personas que quieran un producto manual y se lo puedan permitir.
En mi opinión, no hay más opciones que se le puedan recomendar al tejedor, a pesar de que haya dedicado toda una vida a tejer y a perfeccionar su técnica. Aunque sea la generación de tejedores más preparada y eficiente de la historia, no les queda más futuro que esos tres escenarios dibujados.
Volvamos a 2025. Cada uno de nosotros ha sido entrenado durante 20 o 30 años en procesar información y producir contenidos. Y cada uno hemos visto lo que hace la IA. De hecho nos creemos muy listos porque usamos la IA para resolver PECs y Pruebas de Síntesis. Pero ese mismo hecho a mí me deja totalmente perplejo porque implica que el futuro de la psicología va a ser diferente de cómo ha sido hasta ahora. Y lo peor no es eso, lo que más me cuesta es aceptar que no soy capaz de imaginarme cómo va a ser el futuro. No sé, igual vosotros estáis muy contentos de que se pueda usar la IA para hacer los trabajos y exámenes, pero eso es ser muy corto de miras. Es como si el tejedor viera la máquina de tejer y dijera "¡Qué bien! Ya está hecho el trabajo, ¡mañana hago fiesta!". No tío, esto es el final de la vida tal como la has vivido hasta ahora. Si puedes jubílate, pero si todavía te quedan años por delante, no van a ser sencillos. No digo que vayan a ser malos, digo que no van a ser sencillos.
Es imposible que las cosas no cambien en nuestra profesión si el 95% de los contenidos que nos evalúan en los estudios de psicología los pueden generar las máquinas. Y eso siendo generosos. En cuestión de meses podrán hacer todavía más y mejor. ¿Qué nos queda a nosotros? Pues a día de hoy todo lo que soy capaz de imaginar es que nos espera el futuro del tejedor, es decir, una de las tres opciones:
Convertirnos en "superpsicólogos". Si conocemos cómo funciona la IA, cómo se pueden crear agentes de IA y configurarlos adecuadamente, podemos generar consultas con un equipo de psicólogos basados en IA, disponibles las 24 horas y los 7 días de la semana, cada uno de ellos especializado en unos métodos y en diferentes enfoques. Tu rol como "superpsicólogo" es dirigir la orquesta para que tu cliente obtenga los mejores resultados al menor coste posible. A diferencia de lo que sucedió en la revolución industrial, generar agentes de IA y entrenarlos no es extraordinariamente caro y, por tanto, a priori no está reservado a unas élites con acceso al capital. Un "superpsicólogo" con su equipo de agentes de IA en los que se apoya para realizar las tareas y atender a decenas de casos a bajo coste es posible y no creo que cueste más que la cuota de autónomos. Aunque quizá me equivoque, porque no sé lo suficiente de IA como para estar seguro de este escenario.
La otra opción es trabajar al servicio de las máquinas. Al final la IA se alimenta de datos y esos datos hay que generarlos. Igual te contrata una empresa para que te pases ocho horas al día leyendo conversaciones de la IA con pacientes y las supervises y ponderes. Esto ya está sucediendo, no es ciencia ficción. Conozco casos de primerísima mano. No esperes un gran sueldo y prepárate para aburrirte hasta niveles nunca imaginados.
Última opción: ser un "psicólogo artesano". Es decir, ofrecer un servicio de "humano a humano" para aquellos humanos que valoren el trabajo "a la vieja usanza" aunque sea más caro y, obviamente, tengan recursos para podérselo permitir. El psicólogo artesano será algo así como un acompañante humano, un servicio de compañía de carne y hueso, una persona que ofrecerá una experiencia de acogida y encuentro, de sintonía y cuidado. Realmente las técnicas que aplique o el enfoque que tenga pasarán a segundo plano: al final el cliente estará pagando a un humano por el hecho de ser humano, para que le escuche y acompañe, por el mero hecho de que prefiero a un humano y me lo puedo pagar. ¿Un amigo de pago? ¿Un conversador sobre psicología? ¿Un servicio de compañía? No sé cómo será, pero para los que paguen primará más el toque humano que el rigor científico.
Seguramente lo veáis de otro modo o penséis que mi manera de analizarlo es demasiado pesimista o incluso carente de sentido. Lo entiendo. Quizá por eso yo esté perplejo y bloqueado y vosotros podáis seguir con el día a día como si nada. Me interesa ver cómo lo enfocáis para no perder el sentido de lo que estáis haciendo y estudiando. En pocas palabras ¿cómo os imagináis el futuro de la psicología?
Hola Francesc, llevo tiempo leyendo tus reflexiones. Te animo a que sigas, no te canses de hacer lo que haces, creo que haces un buen favor a todos los estudiantes de psicología, psicólogos o curiosos que esten interesados en la salud mental. Referente a tu reflexión, me recuerda hace 4 años cuando vivía en Canarias. Eran los años post-covid, yo era un estudiante de 22 años en la UOC que, aprovechando que su novia iba a pasar el siguiente curso gracias a una beca SICUE, decidió irse allí. En vez de enfocar mis estudios en casa, trabajando en un trabajo que no me gusta, preferí buscarme la vida en un paraíso desconocido para muchos españoles. Allí conocí a los famosos "nómadas" de la tecnologia. Personas que tienen trabajos en oficinas y aprovecharon el trabajo a distancia para inflar los precios de los alquileres (aunque quizás yo tambien contribuí a la causa). Bueno, con el tiempo fui conociendo muchas personas de diferentes ámbitos (sería un estudio interesante conocer el efecto que tiene el sol y una temperatura de 20 grados de media todo el año, en la actitud de las personas), muchas de ellas, eran como los famososo nómadas. Tengo que decir, que sentía envidia de sus condiciones laborables: sueldos de 3000€ pagados por empresas de EE.UU o de Alemania, vacaciones, trabajo fácil y la posibilidad de estar en cualquier lugar del mundo. Seguro que no todo es oro lo que reluce, quise pensar. En una quedada, conoci a una chica joven, era alemana y hablaba muy bien el español. No recuerdo bien como inició la conversación. Recuerdo que habia estudiado ciencia de datos y el tema iba sobre la capacidad que tenían las máquinas (en esa epoca la IA era una beta que aún no habia salido) sobre predecir enfermedades mentales y ofrecer diagnosticos, vamos que me estaba diciendo en mi cara que iba a ser superado por una máquina. Todo argumento que salía de mi boca, era invalidado por que las máquinas iban a ser mejores "porque ya lo hacen" decía. Se me quedó un pequeño resentimiento de aquella conversación y también recuerdo pasar mi momento de crisis. Los años siguientes, a medida que iba aprendiendo, y en medida aplicando a los demás lo que aprendía, fui dándome cuenta que las personas necesitan los humanos para salir de sus problemas emocionales. Una palabra, con el tono adecuedo y en el momento adecuado, puede llegar más profundo que una máquina. Nuestro trabajo va a cambiar, eso está claro, pero si algo nos caracteriza a los psicólogos del resto de especialistas de la salud, es nuestra capacidad por entender a las personas más allá de sus síntomas y hacerlas sanar por medio de la palabra. Los demás ingredientes los pones tú: una mirada, el tacto o un gesto. No pierdas el ánimo Francesc, seras un psicólogo excepcional. Una maquina no ha crecido con tus heridas, entonces no podrá decir "te entiendo, yo pasé por ahí ". Ahora imagina a los estudiantes de medicina, que deben hacer 10 años de formación para que luego una máquina pueda hacer una operación (aquí la maquina sí que no tendría rival), de hecho, lo llevan haciendo con los coches en los procesos de fabricación. ¿Porqué no hacerla con las personas?
Hola!! Gracias por tus palabras. Comparto bastante tu visión de que siempre serán necesarias las personas para un acompañamiento de humano a humano. Pero fíjate que la docencia de la psicología se centra mucho en la parte científica, en la evaluación, los tests, los tratamientos basados en la evidencia y muy poco en ese "te entiendo, yo pasé por ahí" que tan bien señalas. "Una máquina no ha crecido con nuestras heridas" ¿pero dónde está el espacio en los estudios de Grado y Máster para estudiar nuestras heridas, para ponerlas al servicio de los demás? Diría incluso más, a día de hoy no sé hasta qué punto está bien visto que un psicólogo tenga problemas de salud mental y que los ponga sobre la mesa en su práctica profesional. En la carrera se insiste más bien en lo contrario, en limitar la información personal que se da a la persona consultante, en usar las autorrevelaciones con cuenta gotas.