En el corazón de la era moderna, la industrialización se alza como un coloso, cuyas fauces insaciables devoran no solo los recursos tangibles de nuestro planeta, sino también los intangibles que tejen la esencia misma de nuestra humanidad. Este proceso, inicialmente celebrado como el alba de un nuevo progreso, se ha transformado gradualmente en un ente cuya hambre parece extenderse mucho más allá de lo material. Al principio, la promesa era de prosperidad y avance. Fábricas emergiendo como ca...