
En el corazón de la Ciudad de México, bajo el zumbido constante de los servidores de un banco centenario, se encontraba Sebastián, un ingeniero recién egresado con un corazón lleno de entusiasmo y una mente afilada. Había sido contratado para modernizar los sistemas internos del banco, una estructura envejecida que aún dependía de tecnologías que él apenas conocía por nombre.
Todo iba bien, hasta que una mañana recibió un mensaje del departamento de seguridad:
"Tenemos errores en los reportes contables mensuales. Las cifras no coinciden con las de la semana pasada, pero nadie ha modificado el sistema."
Sebastián se sumergió en el código. Y lo que encontró no era solo arcaico: era un fósil digital.El sistema principal de registros aún operaba en EBCDIC, un código binario creado por IBM en los años 60. En su formación académica, EBCDIC apenas había sido mencionado como una nota al pie en la historia de la computación. Pero aquí estaba: vivo, funcional… y esencial.
EBCDIC, o Extended Binary Coded Decimal Interchange Code, fue desarrollado por IBM en 1963 como una evolución del código BCD. Mientras ASCII se imponía en el mundo moderno, EBCDIC seguía latente en miles de sistemas bancarios, aseguradoras y gobiernos que alguna vez confiaron ciegamente en los mainframes de IBM. Era un idioma antiguo que, a pesar de su aparente obsolescencia, aún sostenía la columna vertebral de las finanzas globales.
La situación era crítica. Los nuevos sistemas de procesamiento de datos no interpretaban correctamente los archivos en EBCDIC, provocando pérdidas de información y reportes erróneos. Para muchos, la solución era clara: migrar todo. Pero Sebastián sabía que una migración mal ejecutada podía borrar décadas de historia financiera.
Solo había una opción viable: aprender EBCDIC.Durante noches enteras, Sebastián estudió documentación técnica de hace medio siglo, conversó en foros olvidados, y contactó incluso a jubilados de IBM que le compartieron manuales escaneados en PDF de los años 70.
Después de semanas de trabajo casi invisible, logró escribir un convertidor de EBCDIC a UTF-8 que respetaba los campos fijos, la codificación especial y los registros históricos. El banco no solo solucionó el problema; también entendió el valor de preservar su legado digital con respeto, no con desprecio.
Sebastián presentó su solución en una junta de directores. Al terminar, uno de los ejecutivos —de los que aún recordaban el sonido de las tarjetas perforadas— se levantó y aplaudió.
"Gracias, hijo. Rescataste algo más que datos. Salvaste nuestra historia."
El código EBCDIC no es solo una curiosidad técnica; es un símbolo de la evolución humana en su relación con la información. En un mundo obsesionado con lo nuevo, Sebastián redescubrió la sabiduría de mirar hacia atrás para entender el presente.
Y aprendió que a veces, lo que se considera obsoleto, aún sostiene la memoria de quienes fuimos.
Más información:
https://www.frexus.dev/post/codigo-ebcdic-origen-importancia/
Frexus
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