¡Hola a todos! Antes de empezar, les queremos hacer una invitación muy especial. Durante las próximas semanas, estaremos profundizando en este tema en nuestro Twitter, con sesiones en vivo junto tres invitadas sorpresa, una profesora de fisiología, una emprendedora en temas del ciclo femenino, y una estudiante de biología. ¡No se lo pierdan!
La mitad de la población menstrúa, por lo que el ciclo menstrual nos afecta a todos, ya sea de forma directa o indirecta. Vivimos y trabajamos con personas que menstrúan, y entender los cambios que se experimentan es clave para construir entornos más empáticos y productivos.
El ciclo hormonal es un motor biológico que influye, queramos o no, en nuestra energía, estado de ánimo y capacidades, e ignorarlo es dejar a un lado el conocer cómo el ciclo que naturalmente se da influye, además de perderse una oportunidad valiosa para mejorar el bienestar y el rendimiento diario.
El ciclo menstrual es un proceso de aproximadamente 28 días (aunque varía en cada persona) que se divide en cuatro fases principales. Cada una tiene un impacto único en nuestro cuerpo y mente:
Fase Menstrual: Comienza el primer día del sangrado. Es una fase de introspección y bajo consumo de energía. El cuerpo está liberando el revestimiento uterino y los niveles hormonales están en su punto más bajo. Es un momento para descansar y planificar.
Fase Folicular: Después del sangrado, el cuerpo se prepara para la ovulación. La energía aumenta, la mente está más aguda y creativa, y el estado de ánimo tiende a mejorar. Es un momento ideal para iniciar proyectos y aprender cosas nuevas.
Fase Ovulatoria: Ocurre a mitad del ciclo. Los niveles de energía alcanzan su punto máximo. Hay una gran capacidad para la comunicación, la socialización y la colaboración. Es la fase perfecta para reuniones importantes y presentaciones.
Fase Lútea: Después de la ovulación, los niveles hormonales de estrógeno bajan y la progesterona sube. Esto puede causar síntomas del síndrome premenstrual (SPM) como cansancio, cambios de humor e irritabilidad. Es una fase para enfocarse en tareas que requieren atención al detalle y cerrar proyectos.
Estas cuatro fases están orquestadas por un complejo baile de cuatro hormonas principales: estrógeno, progesterona, hormona folículo estimulante (FSH) y hormona luteinizante (LH). Sus fluctuaciones son las responsables de los cambios que sentimos a lo largo del mes.
Las cuatro hormonas principales—estrógeno, progesterona, FSH y LH—dirigen el ciclo menstrual al fluctuar sus niveles. Su breve pero poderoso efecto es lo que determina el estado de ánimo, la energía y la productividad en cada una de las cuatro fases.
1. FSH y LH (Hormona Foliculoestimulante y Luteinizante). Estas hormonas, producidas por la glándula pituitaria en el cerebro, son las "directoras" del ciclo. La FSH se encarga de estimular el crecimiento de los folículos en el ovario, mientras que el pico de LH es el que desencadena la ovulación, liberando el óvulo.
2. Estrógeno y Progesterona. El estrógeno es la hormona dominante en la primera mitad del ciclo (fase folicular y ovulatoria). Aumenta la energía, la creatividad y la capacidad social, ya que su incremento se relaciona con el bienestar y la motivación. Por el contrario, la progesterona es clave en la segunda mitad (fase lútea). Su función principal es preparar el útero para un posible embarazo, pero también tiene un efecto sedante que puede causar cansancio y cambios de humor.
La clave está en cómo estas hormonas suben y bajan, ya que su interacción es la que define la energía y el estado de ánimo en cada fase.
Pero no son las únicas que influyen. Nuestros hábitos de vida tienen un impacto enorme en la estabilidad del ciclo y, por ende, en nuestra productividad:
Sueño: Dormir lo suficiente es muy importante, ya que la falta de sueño afecta la producción de hormonas y puede exacerbar los síntomas de cansancio y estrés.
Estrés: Altos niveles de estrés crónico pueden alterar el ciclo y, en algunos casos, hacerlo irregular. La gestión del estrés es vital.
Alimentación: La nutrición juega un papel fundamental. Una dieta equilibrada con vitaminas, minerales y grasas saludables puede mitigar los síntomas y brindar la energía necesaria en cada fase.
Ejercicio: El tipo de ejercicio también importa. Mientras que en la fase folicular y ovulatoria podemos realizar entrenamientos de alta intensidad, en la fase lútea y menstrual es mejor optar por actividades más suaves, como yoga o caminatas.
Ignorar las necesidades de tu cuerpo es contraproducente. Por el contrario, alinear tu flujo de trabajo con las fases del ciclo puede ser una ventaja competitiva. Por ejemplo, en lugar de forzarte a hacer una presentación importante durante la fase lútea (cuando la energía es baja), podrías aprovechar esa etapa para concentrarte en tareas analíticas o creativas que requieran menos interacción social. Al respetar el ritmo natural del cuerpo, evitamos el agotamiento y maximizamos nuestra eficiencia.
Reconocer y honrar las necesidades del ciclo menstrual no es una debilidad, es una forma de inteligencia que nos permite trabajar de manera más inteligente, no más dura. Es hora de dejar de luchar contra nuestro cuerpo y empezar a trabajar con él.
Pero es un proceso, y más cuando este es un tema tabú o del que no se habla a profundidad en nuestras comunidades, familias y entornos, además de estar rodeados de estudios sesgados y muchas iniciativas recibir apoyos limitados.
Por eso tenemos la iniciativa de organizar espacios las próximas semanas hablando de aspectos básicos sobre el ciclo desde varias perspectivas, abarcando la biológica, social, productiva y cómo no, las vivencias que compartimos entre todos, para responder dudas y abrir un espacio de dejar a un lado el temor de abarcar estos tópicos. Les esperamos!
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