En Corea del Sur no se corre. Se queda uno quieto.
Quieto como una selfie mental sin filtros ni deadline.
Bienvenido a la Space Out Competition:
un torneo donde para ganar,
hay que evaporarse.
90 minutos sin moverse.
Sin móvil.
Sin sonrisa estratégica.
Sin KPI que te valide el alma.
Una señora con sombrilla del Pato Donald.
Un tipo dejando que su helado se derrita.
Y tú, sin saber si estás en un performance zen
o en el after más raro del mundo.
Ganar por no reaccionar.
Ganar por vaciarte.
Como si Cortázar se hubiera apuntado
a una rave silenciosa donde el beat lo marca el corazón.
Y entonces entiendes:
que no todo tiene que ser productivo.
A veces,
desaparecer…
también es crear.
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